lunes, 4 de agosto de 2014

Leer y Correr.


Hábitos de Vida

La lectura es a la mente lo que el ejercicio es al cuerpo.
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Joseph Addison no andaba, en absoluto, desencaminado con esta afirmación, como tampoco se equivocaba al decir que nada que se consiga sin pena y sin trabajo es verdaderamente valioso.

John Locke, por otra parte, identificó la forma de propiedad contra la que nadie puede reclamar: la propiedad que cada cual tiene de su persona. La idea ya había sido utilizada antes por Hugo Grotius, para quien la personalidad engloba todo aquello que constituye al individuo, incluyendo el cuerpo, las acciones, los pensamientos y creencias de la persona. Locke expandió el concepto de propiedad sobre uno mismo cuando recurrió a él en su teoría de la propiedad del trabajo: “cada hombre es dueño de su propia Persona. Nadie, salvo él mismo, tiene derecho a ella”.(1) Y continuaba diciendo que “el trabajo de su cuerpo, las obras de sus manos, podríamos decir, son auténticamente suyas , aunque por ahora esta parte no nos es relevante.

Partamos de la base de que el cuerpo es la primera propiedad que una persona adquiere, y además por Derecho Natural -que no divino-. Que yo sepa, hasta ahora, solo tenemos un único cuerpo que poder utilizar y, salvo prueba en contrario, una sola vida que vivir. No se trata ya de que ese cuerpo único nos tiene que durar para toda la vida, que también, sino que, mientras más se prolongue la utilidad del cuerpo más durará la vida de quien lo posea, ya que son dos cosas íntimamente ligadas. Es evidente en sí mismo. A más tiempo el cuerpo esté funcionando, más tiempo se está vivo; tampoco hay que ser un lumbreras.

Considero entonces que, alguien que aprecie la vida en sí, como mínimo, cuidará de su cuerpo. Y cuidar del cuerpo, además de necesario, es algo bastante sencillo. Tan solo hay que asumir dos consignas básicas: comer sano y moverse.

Respecto a lo de comer sano, para ello no hay que ser ningún técnico en nutrición; creo que la pirámide alimentaria es algo casi de cultura popular. No saltarse nunca el desayuno, evitar cenas copiosas y, en definitiva, llevar una dieta equilibrada -que no es lo mismo que hacer dieta-; es recomendable cuidar la alimentación habitual -aunque a nadie le amarga un dulce-.

Por otra parte, el cuerpo también agradecerá algo de actividad física. Hacer ejercicio no significa necesariamente convertirse en un triatleta profesional, basta con tener una forma de vida más activa como caminar diariamente, sacar el perro a pasear, utiliza las escaleras, e incluso, para los más aventurados, dejar el coche aparcado e ir andando. Y es que pasear, montar en bici o salir a correr, representan una inversión de tiempo insignificante para el horario diario y repercuten con notables beneficios en la salud de nuestra preciada primera propiedad. Ha de incluirse el deporte como un aspecto más de la vida cotidiana, sí, tanto por salud, como por mera distracción e igualmente -sobretodo-, entrenar para sentir la satisfacción de superarse.

Un estilo de vida demasiado sedentario unido a una alimentación desordenada es, como poco, completamente execrable.

El individuo es todo aquello que le constituye, incluida la mente. Llamémoslo inteligencia, pensamiento, raciocinio, ingenio o como se quiera llamar. Si el cuerpo se puede mejorar, el intelecto no lo es menos. Y si es necesario cuidar de nuestro cuerpo, mucho más lo es cuidar de nuestra mente.

Y para cuidar la mente, si bien nuestro cuerpo prefiere la comida sana, la mente precisa de cultura. En este caso, la pauta a seguir no es otra que leer, leer y leer. Y con lectura -quiero dejarlo bien claro- me refiero a los libros. Paralelamente a la comida basura, encontramos su homólogo intelectual en forma de la lectura chatarra.

Darle de comer al intelecto, ampliar conocimientos, en definitiva, tener un mínimo, no ya de formación, sino de cultura ayuda, entre otras cosas, a no pasear por la vida siendo un pedazo de madera corto y grueso, es decir, un zoquete. Dudo mucho que a nadie le satisfaga ser un ceporro incapaz de comprender nada. De la misma manera que se suele cuidar el la apariencia superficial, es importante preocuparse por el aspecto intelectual.

Para más de uno esto puede suponer una pereza tan inusitada como aquella que le impide a otros atarse las zapatillas de deporte. Tan necesaria es la motivación para leer como para cualquier otra tarea. Hay que leer, y mucho me temo que la escritura no resulta el medio idóneo para enviar este mensaje a quien necesita recibirlo. Si leer suscita aburrimiento, lo lógico es leer por recreo. El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta 'el modo imperativo', reflexionaba Jorge Luis Borges. Incluso la persona más apática tiene aficiones y curiosidades insatisfechas. Aprender es una actividad agradable en la que invertir el tiempo.

Además, otra razón de peso para mantener algún tipo de actividad mental es el hecho de que nuestro cuerpo va sufriendo un deterioro paulatino durante el paso de los años y, claro, el cerebro es parte del cuerpo, lo que viene a traducirse en un desgaste de la capacidad que tiene el cerebro de reunir información, razonar y extraer conclusiones, es decir, el empeoramiento de nuestras facultades mentales.

Enfermedades como el alzheimer están al acecho, pero que no cunda el pánico, es posible disminuir esta inevitable involución, tan solo hay que hacer pesas con el cerebro. Actividades como la música, jugar al ajedrez o resolver sudokus ayudan a mantener la mente en forma.

El cuerpo y la mente necesitan ejercitarse y alimentarse evitando la porquería. Ciertamente, la lectura es a la mente lo que el entrenamiento es al cuerpo, la práctica de ambas disciplinas aportan calidad de vida y enriquecen como persona a quienes tienen estos hábitos consagrados. Cada uno se lo debe a sí mismo.

Qué menos que ser una persona física e intelectualmente cultivada. A partir de ahí trabajar con firmeza y entusiasmo por superarse, por el reto de mejorar. Reto que solo es posible afrontar con determinación, constancia y rectitud. Formación intelectual y entrenamiento físico indudablemente favorecen la realización personal.

Es conveniente cuidar la alimentación, ejercitarse y leer; ser una persona sana y culta. Pero como ya se apuntó, cada quien es dueño de su propio cuerpo, por lo que puede hacer lo que estime conveniente y oportuno. La elección es de cada uno.



-Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueñzo? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
-El vacío es más bien en la cabeza.

Antonio Machado
(Campos de Castilla 1917)




(1) Revista Libertas 3 (Octubre 1985) Instituto Universitario ESEADE www.eseade.edu.ar TEORIA DE LA PROPIEDAD DE JOHN LOCKE: PROBLEMAS DE INTERPRETACIÓN, Karen I. Vaughn . Traducido de Literature of Liberty, vol. III, N° 1, primavera de 1980. Derechos cedidos por el Institute for Humane Studies, California, EE.UU.

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