jueves, 6 de noviembre de 2014

¿Qué es el Odio sino una energía?

El bien es lo que todos apetecen y el mal aquello que frustra el bien
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Entre las cosas más valiosas que un ser humano puede entregar a otra persona, se encuentra la confianza. Si se traiciona la confianza queda un vacío, resentimiento, frustración de no poder volver atrás y enmendar el error tras haberse equivocado. Aparece aquello de “si lo hubiera sabido...”, pero el caso es que precisamente no se sabía -por eso se actuó de esa manera determinada-, así que es absurdo auto-flagelarse por ello.
La decepción es una mezcla entre enfado y tristeza con un poco de frustración. La decepción se da cuando alguien espera algo de otra persona. Se espera un comportamiento, una conducta determinada de otro ser humano. Al no darse este comportamiento se desvanecen las expectativas de quien las esperaba.
El Amor no deja de ser una expectativa, o mejor dicho, un conjunto de expectativas. Y esas expectativas buscan la satisfacción individual. El ser humano es egoísta por naturaleza, busca el bien para sí como cualquier otro ser vivo. Ya sea amor hacia la pareja, familiares, amigos… pues el amor aparece en forma de amistad, aprecio, cariño... siempre aparece en forma de afecto. Se trata de la cercanía a una persona a la que se entrega la confianza.
La traición de la confianza, a la práctica, es la decepción. Pero no se trata tanto de que quien traiciona actúa con malicia, como de que el responsable de sentirse decepcionado es precisamente quien se decepciona.
Nadie puede pensar o actuar por otra persona, ni mucho menos dirigir su conducta. Son pretensiones absurdas, pues cada cual es libre y el error es atribuir a otra persona los valores que uno tiene esperando con ello que esta persona en cuestión parta de las mismas premisas y llegue a las mismas conclusiones. Esa expectativa se origina por la necesidad de aceptación para escapar de la soledad, conseguir la compañía necesaria para evadir la soledad no deja de ser un acto que busca la satisfacción individual.
Todo esto se traduce en que queremos que otro actúe tal y como nosotros actuaríamos. Pero los seres humanos son singulares y “el otro no eres tú y tú no eres el otro”. Es decir, a cada cual le envuelven sus propias circunstancias que influyen en su conducta, determinando las premisas y conclusiones sobre las que basa su modo de proceder.
Volviendo a la decepción, tras desvanecerse las expectativas, cuando sentimos dolor, cuando sentimos que nos han hecho daño, cuando sentimos sufrimiento después de que nos traicionen, o más generalmente, cuando nos joden, no sé si se puede explicar de alguna manera el por qué, supongo que será el amor propio que surge cuando se ataca a la satisfacción individual para defender la integridad de la misma, pero surge una necesidad de resarcir el daño causado, más conocida como venganza. Los sentimientos positivos al frustrarse se vuelven negativos, se invierten los valores de lo bueno y lo malo –que no son más que prejuicios morales-, y aparece el Odio.
Pongamos el ejemplo más claro, el vacío que se siente tras un desengaño amoroso. No es otra cosa que un exceso de energía. Entendiendo esta como el conjunto de esfuerzos, tiempo y, en definitiva, dedicación, que se invierte en algo o en alguien en concreto. Al desaparecer el objeto al que se destinaba esa energía (esfuerzo, tiempo, dedicación), la energía no tiene un canal para desarrollarse. El vacío es la falta de objeto. De ahí que los psicólogos recomienden a sus pacientes deprimidos (frustrados, decepcionados...) que se mantengan ocupados. Mantener el tiempo ocupado desarrollando actividades -nuevas- implica que la energía sigue proyectándose pero a otro objeto, objeto que al ser novedoso acentúa el interés y motivación.
Se ha dicho mucho del Amor. “el poder del Amor”, “no hay fuerza más poderosa que el Amor”, etcétera. Son sentimientos, emociones que consisten en atribuir cualidades a otra persona. Se le atribuyen valores unilateralmente. Es decir, se está cayendo en el error de la expectativa, la cual, seguramente, llegue a la decepción, lo que dará por resultado la energía sin canal, sin objeto hacia donde proyectarla.
Muchas personas al sufrir un desengaño amoroso buscan la sustitución. Esto es un acierto y un error. Me explico:
Hay que sustituir el objeto que recibe la energía, eso es correcto. Pero no sustituir a una persona por otra atribuyéndole los mismos valores que ocasionaron la decepción, es decir, buscar una copia cayendo en la misma falacia. Esto ocurre cuando se es dependiente de la necesidad, como cualquier otra adicción. Así que es más positivo que la compañía sea una OPCIÓN y no una necesidad, para así no generar dependencia y ser dueños de nuestra voluntad.
Dije al comienzo que el Odio es una energía, o más acertadamente, una fuente de energía. Y es exactamente igual de poderosa que el Amor, pero mucho más eficiente si se sabe controlar.
Se trata de la misma energía que tenía el amor, la misma. (del amor al odio hay sólo un paso, dice el refrán). Amor y odio no son dos cosas diferentes. ¿no es verdad que cuando más se ama más daño hay, e incluso más frustración? A más amor hubo, más odio hay, porque mayor ha sido la decepción.
El Odio es la energía del Amor pero sin sus debilidades, es decir, sin sin atribuir valores sin fundamento a nadie. Se dice del odio que es algo negativo, y también que cuando se odia algo o a alguien es porque se le da importancia. ¡Exacto!
Se odia porque antes se ha amado, de otro lado no se sentiría la decepción en la que trae causa el odio y la cual se fundamenta en un prejuicio.
Racional o irracionalmente, buscamos resarcirnos: la Venganza. Llegados a ese punto ya se ha encontrado objeto al que proyectar la energía: la propia venganza.
Si se llega a ser consciente de que se ha sufrido únicamente por haber sido débil (estúpido, inocente, imprudente…), quien se equivoca después podrá hacer ejercicio de reflexión e intentará mejorar, (ya sea conocer a más gente, hacer actividades nuevas, salir de viaje...) en definitiva, intentará crecer como persona, reinventarse y enriquecerse. He ahí el nuevo objeto receptor de la energía sustituto del objeto que frustró la expectativa. Ahora la nueva expectativa depende en mayor medida de uno mismo y no de otra persona, es decir, se tiene control sobre las expectativas, se es dueño de las consecuencias en lugar de esperar que otro realice actos que conlleven una consecuencia concreta esperada.
Si se fija bien, la venganza no busca en este caso LA DESTRUCCIÓN del otro, que podría llevar a la obsesión y, por ende, a la destrucción propia. Sino que en este caso consiste en LA CONSTRUCCIÓN, en Mejorar. Por el camino se ha utilizado la energía del 'odio' para hacer algo constructivo y no destructivo. La 'venganza' se desvanece al crecer como persona, al buscar el enriquecimiento.
No importa la finalidad inicial que tuviera todo esto, que bien podría tratarse de intentar ser más fuerte para destruir de manera más contundente al otro y así ejecutar la venganza, sino que ahora se trata de un fin en sí mismo, de mejorar por mejorar, disfrutar avanzando.
A menudo hay gente a quien su pareja le deja, o pierde una amistad, o cualquier otro tipo de relación, y piensa “voy a mejorar para que me vea y se dé cuenta del error que ha cometido”. Es algo absurdo, pero es el fin para el que comienza, el motor inmóvil. Aunque resulte que uno se da cuenta de que le apasiona seguir mejorando y afronta con entusiasmo lo desconocido impaciente por experimentar nuevas sensaciones y acceder a nuevos conocimientos. Se trata entonces de una energía, una iniciativa que se dirige a la CONSTRUCCIÓN y nada más.
Al final triunfa el Amor, el Amor a uno mismo. El que nos ha empujado a la reflexión, a la autocrítica constructiva para enmendar los errores, aprender de ellos y ser lo Mejor posible.
Amor y Odio no existen, existe la energía -en forma de dedicación- y el cómo y para qué se quiera utilizar, pues todo depende de la autonomía de la voluntad.
La energía no desaparece, se transforma; el amor y el odio, también.

Rubén Pérez Macías.




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